CONFIANDO EN DIOS
Invócame en el día de la angustia; te libraré, y tú me honrarás. Salmos 50:15, Porque él me ha librado de toda angustia, y mis ojos han visto la ruina de mis enemigos. Salmos 54:7
Cristina maneja torpemente sus llaves, abre la puerta, y se derriba llorando en su apartamento. «¿Por qué, Señor? ¡No puede ser!», clama ella. La pérdida de su empleo llega como el golpe final de una larga serie de decepciones que comenzaron con su divorcio dos años atrás. Entonces vino la muerte de su padre el año pasado. Solo hace una semana ella recibió llamadas acerca de su hijo abandonando la secundaria y su mamá regresando al hospital batallando contra el cáncer. Y ahora esto. ¿Cómo puede estar ocurriendo esto? Preguntas en medio de lágrimas llenan sus oraciones esa noche.
- ¿Por qué es que yo hago lo correcto, pero no hay alivio?
- ¿Cómo puedes permitir que eso me suceda? ¿Dónde estás, Dios?
Muchas veces uno siente como que estamos golpeando las puertas del cielo, pero nos preguntamos aun si hay alguien del otro lado. Gracias a Dios, encontramos esta misma expresión franca en los Salmos, donde hombres devotos también cuestionaron al Señor. En el Salmo 42:9 el salmista se lamenta, «¿Por qué me has olvidado?». Y en el Salmo 43:2 él clama, «¿Por qué me has rechazado?».
En el (Salmo 22:1-2 NVI), David cuestiona a Dios en un momento de total desesperación. Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? Lejos estás para salvarme, lejos de mis palabras de lamento. Dios mío, clamo de día y no me respondes; clamo de noche y no hallo reposo.
Se siente como si Dios ha abandonado a David, lo ha dejado en la miseria, lo ha rechazado. ¿Se ha sentido usted tan acongojado y solo que usted solamente susurra gemidos y quejas de angustia? ¿Dónde está Dios? ¿Lo ha abandonado a usted? Las palabras fluyen en torrentes de dolor y emoción, algunas veces agitadas por el enojo y llenas del dolor que sentimos. Pero el continúa. Envuelto en una batalla entre su corazón y su mente, David dice, (Salmo 22:3 NVI) Pero tú eres santo, tú eres rey, ¡tú eres la alabanza de Israel!
LA BATALLA ENTRE CONOCER Y SENTIR EL AMOR DE DIOS es una a la cual todos nos enfrentamos. Sabemos que Dios no tiene exactamente donde Él nos quiere, ¡pero nos sentimos aplastados por las circunstancias! Perdemos a un ser querido, una carrera, un matrimonio, un sueño. Y clamamos, «¿Cómo puedo continuar confiando en Dios?» En este salmo, David recuerda quién es Dios y lo que Él ha hecho en el pasado. Estos dos principios de guía importantes nos pueden sacar del borde de la duda que se desmorona y guiarnos a la tierra sólida de la fe.
RECORDANDO EL CORAZÓN DE DIOS: Primeramente, la naturaleza fundamental de Dios es buena. Él es un Dios confiable, que libera, salva, y redime. En nuestra noche oscura de desesperación, el único lugar a donde podemos voltear es Aquel al que David volteó para clamar sinceramente al Señor, buscando en Él refugio. Nuestra esperanza se basa en recordar quién es Dios. Él es el «Santo», dice el salmista (Salmo 22:3 NVI). Él es «compasivo y clemente, lento para la ira y grande en misericordia» (Salmo 103:8). Y a través de Jesús, tenemos acceso directo a este Rey celestial lleno de gracia. Teniendo, pues, un gran sumo sacerdote que trascendió los cielos, Jesús, el Hijo de Dios, retengamos nuestra fe. Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras flaquezas, sino uno que ha sido tentado en todo como nosotros, pero sin pecado. Por tanto, acerquémonos con confianza al trono de la gracia para que recibamos misericordia, y hallemos gracia para la ayuda oportuna. (Hebreos 4:14-16)
La esperanza para Cristina y para todos nosotros frente a una dificultad económica, a un dolor emocional, y al aguijón de la muerte reside en conocer el carácter de Dios. La Biblia nos recuerda que Su naturaleza intrínseca es buena, no mala. Compasiva, no insensible. Fiel. Amable. Confiable. No solamente eso, en Jesús tenemos un Salvador, un rey que ha soportado la misma punzante angustia que atraviesa nuestra alma. Isaías nos dice, «Fue despreciado y desechado de los hombres, varón de dolores y experimentado en aflicción» (Isaías 53:3). En la cruz Él clamó las mismas palabras que David expresó muchos años antes: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?» (Mateo 27:46). El Señor Jesús mismo sabe lo que es sentirse abandonado.
RECORDANDO LA OBRA DE DIOS: No solo encontramos esperanza en Dios porque su naturaleza fundamental es buena, sino también encontramos esperanza al recordar lo que Dios ha hecho., David recuerda cómo Dios rescató a sus antepasados; las muchas formas en que Él liberó a la nación de Israel. En el (Salmo 22: 4-5 NVI) En ti confiaron nuestros padres; confiaron, y tú los libraste; a ti clamaron, y tú los salvaste; se apoyaron en ti, y no los defraudaste.
ÉL TAMBIÉN RECORDÓ LA BONDAD DE DIOS HACIA ÉL PERSONALMENTE: Pero tú me sacaste del vientre materno; me hiciste reposar confiado en el regazo de mi madre. Fui puesto a tu cuidado desde antes de nacer; desde el vientre de mi madre mi Dios eres tú. (Salmo 22:9-10 NVI)
Dependemos de Él porque Él se ha mostrado fiel en el pasado. Recordando su bondad hacia nosotros en el pasado nos ayuda a seguir adelante durante los tiempos de duda y de preguntas.
En su dolor, Cristina solo podía sentir la angustia de perder su empleo y la frustración de todas sus batallas. Como un Padre amoroso, Dios quiere que llevemos esas cargas a Él, que vertamos nuestros temores y nuestros dolores ante Él. Pero en medio de todo eso, Él nos ofrece la estabilidad de su carácter y los alentadores recuerdos de bendiciones pasadas. Como el maravilloso himno antiguo Gracia Admirable proclama: «La gracia me libró de perdición, Y me llevará al hogar.«
- ¿Qué ha hecho Dios por usted?
- ¿Puede usted recordar la obra de Dios en su vida?
Comience un diario. Escriba versículos que le enseñan específicamente acerca del corazón de Dios y de Su carácter. Mantenga «Las Promesas de Dios» a la vista. Vea sus pruebas como una oportunidad para acercarse más a Dios a través de la oración y la lectura de la Biblia. Decida no permitir que las dificultades causen una separación entre usted y el Señor. Extraiga fortaleza de la familia de su iglesia uniéndose a un grupo de creyentes afectuosos que puedan apoyarlo y orar por usted mientras usted pasa a través de este valle oscuro.
SALMOS 30:5 Porque un momento será su ira, Pero su favor dura toda la vida. Por la noche durará el lloro, Y a la mañana vendrá la alegría.
SALMOS 9:9 Jehová será refugio del pobre, Refugio para el tiempo de angustia.
SALMOS 18:6 En mi angustia invoqué a Jehová, Y clamé a mi Dios. El oyó mi voz desde su templo, Y mi clamor llegó delante de él, a sus oídos.
SALMO 23:1 Jehová es mi pastor y nada me faltara
Que tengas un excelente día javier.alor@outlook.com